En 30 años de globalización los ricos no se cansan de incrementar sus millones y los pobres de aumentar su pobreza…y en ese tiempo, las instituciones públicas han sido capturadas por intereses particulares, se ha detenido el crecimiento económico y debilitado la institucionalidad democrática, ¡Nunca el mundo había sido tan desigual! Tan solo el 1% de los más ricos posee la mitad de todas las riquezas del planeta y el 99% de la población posee en conjunto la otra mitad.
Hace apenas un par de semanas, en
el Foro de Davos, en Suiza, Oxfam planteó que la desigualdad económica y el
secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites, son a menudo
procesos interdependientes y que la desigualdad es el segundo problema de mayor
impacto planetario después del conflicto ambiental.
En un informe de gran interés que
denominaron “Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad
económica”, Oxfam destaca la necesidad de que el sector privado cobre
conciencia de la situación y sea susceptible ante la posibilidad de “un nuevo
cambio”.
Les propone mayores equilibrios,
evitar depositar su dinero en paraísos fiscales, invertir sin especular, no
obtener ventajas fiscales, no corromper a gobiernos para obtener beneficios,
reportar todos los movimientos financieros, entre otros pasos.
Como era de esperarse, los
gobiernos también tendrían un papel preponderante: se requiere de su compromiso
para evitar la corrupción. Pero nada será llevado a buen puerto si no se cuenta
con una ciudadanía unida y activa para combatir la boyante desigualdad.
Una tarea nada fácil.
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