Que
las mujeres sean humilladas, maltratadas, vejadas, asesinadas debe
movernos a algo más que a una protesta. Necesitamos revertir los motivos
que las dañan. No es cuestión de fuerza física lo que hace a la mujer
el blanco de la violencia sino la imposibilidad contra su grandeza.
Porque una mujer es siempre más grande que la adversidad, y no por azar,
obedece al rol que jugó en la historia de la humanidad. El hombre se
dedicó a la caza para conseguir el sustento, y desarrolló la violencia,
que convirtió en recurso para sobrevivir. La mujer se ocupó de la
crianza y la transformación, y desarrollo el afecto y la creatividad
convirtiéndolos en mecanismos para resolver los problemas.
Esa
diferencia entre hombre y mujer los situó en dos planos distintos,
mientras ellos avanzaron en la conquista material utilizando la fuerza
física y arraigando la violencia, ellas encontraron el sentido de las
cosas. Si analizamos a fondo vemos que la impotencia es lo que genera
violencia. La violencia es la primera reacción del que se encuentra
desposeído de razón. El hombre que se siente inferior a la mujer recurre
al insulto, a la descalificación, al golpe y al abuso, es la manera que
encuentra para superarla, porque su fuerza física, bruta, es lo único
que tiene a la mano para someterla ante su imposibilidad de
comprenderla.
Esta
conducta se generalizó sin importar lugar o época, la mujer ha sido
violentada por el hombre y por la sociedad que lo permite.
La
inacción ante la violencia contra las mujeres es en el fondo esa
prepotencia masculina de no reconocer la capacidad de la mujer, su valor
y su grandeza. Es el temor de reconocerse débil. Sólo los débiles
recurren a la violencia para imponerse. Aunque es cierto que la mujer
permite el abuso, guiada por aprendizajes culturales que la doblegan, es
responsabilidad de todos romper la inercia y buscar los mecanismos para
defender sus derechos.
Vamos a protestar, sí, pero actuando. Echemos a volar la imaginación
para lograr la conscientización de la sociedad ante la injusticia contra
las mujeres, no basta no estar de acuerdo, hay que actuar en verdadero
desacuerdo. No un día de protesta sino toda una vida defendiendo y preponderando a la mujer.
¿Por qué seguir entronizando al ser que busca la muerte, y no al que da la vida y la esperanza?
Patricia Romana Bárcena.
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