El proyecto de nuestro desarrollo nacional en el siglo XX colocó al petróleo en un lugar central cuando se tuvo conciencia del valor de las reservas de hidrocarburos que guardaba el subsuelo mexicano, es decir, a partir del inicio del segundo decenio del siglo pasado, cuando inició también la Revolución Mexicana. Por ello, la historia del desarrollo de la industria petrolera mexicana es, en esencia, una historia de economía política.
Los cambios en la naturaleza del ejercicio del poder determinaron la naturaleza de la actividad petrolera, y estuvieron determinados por ella.
Petróleo y economía son, en México, tan inseparables como petróleo y política.
Hoy hace justamente ochenta y un años que el gobierno mexicano tomó la decisión de arrancar de manos de empresas extranjeras el control de la industria petrolera mediante la EXPROPIACIÓN, y la puso directa y permanentemente en manos del Estado a través de la nacionalización y el establecimiento de una gran empresa pública, encargada de la producción, refinación y comercialización del petróleo y sus derivados: PEMEX.
La expropiación petrolera fue el ápice de un accidentado y conflictivo proceso nacionalista iniciado en el siglo XIX, que culminó durante el gobierno del General Lázaro Cárdenas y prevaleció sobre las grandes empresas petroleras extranjeras.
El conflicto entre gobiernos revolucionarios y empresas petroleras tuvo momentos dramáticos, como la promulgación de la Constitución de 1917, cuyo artículo 27 sentó las bases legales para la futura nacionalización de la industria y la promulgación de la primera ley petrolera. La expropiación de nuestra industria petrolera en 1938 apresuró el cambio de la historia económica del país. A partir de entonces, el petróleo perdió su carácter de enclave y se convirtió en una industria destinada a surtir el mercado interno justo en el momento en que México ahondaba en su industrialización a base de sustituir importaciones.
El petróleo se transformó en el eje del crecimiento económico, pues proporcionaba de manera directa o indirecta más del 90% de la energía industrial consumida por los mexicanos. Así, la historia económica del México pos revolucionario no se explica sin el petróleo nacionalizado.
Pero no fue fácil para la industria petrolera el tránsito de su primera condición - propiedad de grandes empresas extranjeras - a la segunda - monopolio estatal -; y de ser enclave económico pasó a ser parte fundamental de un modelo económico orientado al mercado interno. Después de la expropiación, y por falta de recursos nuestra industria atravesó por períodos de inestabilidad y graves crisis internas.
Finalmente, la estabilidad que logró PEMEX obedeció a la demanda interna que impulsó y fortaleció la producción.
Más adelante, en 1977, se tomó la decisión de hacer del petróleo una fuente sustantiva de exportaciones para obtener las divisas que el aparato industrial y comercial mexicano necesitaba. Tal decisión, coincidió con el aumento espectacular de los precios internacionales del petróleo y todo ello terminó por afianzar aún más la importancia de PEMEX para el buen funcionamiento de la economía nacional. Pero las consecuencias no fueron tan alentadoras. La economía se sometió al petróleo y su bienestar terminó por depender de una variable sobre la que México no tenía ningún control: las condiciones del mercado petrolero internacional.
Cuando en el mercado internacional el precio de los hidrocarburos cayó de manera imprevista, dramática y sostenida, no sólo padeció la industria petrolera sino la economía del país. La crisis del petróleo descubrió un sistema económico en extremo vulnerable - basado en una modernidad ineficiente - que, para colmo, estaba cargando una enorme deuda externa contratada con el respaldo de los grandes depósitos petroleros, los cuales no eran ya aval en un mercado inundado por la oferta.
El petróleo es el recurso natural más importante en nuestro país porque bien aprovechado puede satisfacer la demanda de energéticos y petroquímicos básicos, y contribuir con ello al desarrollo nacional. Cualquiera en su sano juicio entiende que la entrega de la renta petrolera a manos extranjeras es un retroceso.
En México el petróleo es de los mexicanos, no de los gobiernos en turno, de él se derivan gran parte de los ingresos que el gobierno percibe. Del petróleo se originan también muchas fuentes de empleo por lo que ese bien nacional no puede ni debe entregarse a manos privadas nacionales ni extranjeras.
Su defensa no es un capricho sino la posibilidad de asegurar un futuro mejor para las nuevas generaciones y el progreso del país como nación libre y soberana.
Para superar la crisis por la que atraviesa PEMEX, y el país entero, es necesario reestructurar la economía y cambiar el papel de la industria petrolera que, si bien debe mantener su carácter estratégico, no puede ni debe ser el centro de la economía mexicana moderna.
Conocer los éxitos y los fracasos de nuestra política petrolera, su fortaleza y sus debilidades a lo largo de casi un siglo de existencia, va a ayudarnos a aprender lo necesario para no repetir errores y, en cambio, aprovechar al máximo, en estas nuevas circunstancias, lo que en potencia tiene ese noble recurso natural que nos fue dado. Y al que no debemos renunciar por ningún motivo.
El petróleo puede ser un gran instrumento de desarrollo pero cuando hay errores y desviaciones del proyecto nacional, su virtud se pierde o, incluso, se convierte en elemento negativo. Como sociedad, nuestra responsabilidad es asegurarnos de que este recurso se use para apoyar un desarrollo equilibrado, justo e independiente.
Hoy es un día de conmemoración pero que también nos sirva para recordar un fragmento de dos artículos de nuestra Constitución Mexicana relacionados con nuestro petróleo.
Artículo 27.- (fragmento) Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales, el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos.
Artículo 28.- (fragmento) En los Estados Unidos Mexicanos quedan prohibidos los monopolios, las prácticas monopólicas, los estancos y las exenciones de impuestos en los términos y condiciones que fijan las leyes. No constituirán monopolios las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva en las siguientes áreas estratégicas: petróleo y demás hidrocarburos así como en la petroquímica básica. El Estado, al ejercer en ellas su rectoría, protegerá la seguridad y la soberanía de la Nación.
Como mexicanos estamos obligados a defender nuestro petróleo de posibles cambios constitucionales que no vean por el bien de la nación, así como de su entrega a manos privadas porque el petróleo nos pertenece a todos los mexicanos.
Mientras la razón y la verdad estén del lado de los mexicanos, la lucha por la defensa del petróleo se mantendrá activa y en vías de impedir un atraco a la nación.
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