Desde que tomé protesta como diputada por
el distrito XXV perteneciente a la delegación Álvaro Obregón, y hasta el 14 de
septiembre del 2013 presenté ocho iniciativas y ocho puntos de acuerdo ante el pleno
de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el Comité de Asuntos
Interinstitucionales, el cual presido, sesionó cuatro veces, asistí a 77 sesiones de
las diferentes comisiones a las que pertenezco y atendí 25 mil 843 quejas,
gestiones y orientaciones de ciudadanos de todas las delegaciones.
Durante 12 meses trabajé por ser una
verdadera representante popular, defendiendo los intereses de los habitantes de
Álvaro Obregón y el resto de la Ciudad de México. Las horas de laburo en
la Asamblea fueron para mí tan importantes como los momentos que pasé
recorriendo las calles y barrancas de mi distrito y de los distritos vecinos.
A lo largo de un año una diputada puede
realizar diferentes actividades públicas o privadas y enumerarlas en un papel,
presentar iniciativas y puntos de acuerdo, realizar un evento muy grande en un
teatro o auditorio, recibir muchos aplausos, destacar en algunas notas en
medios de comunicación y al final ser evaluada subjetivamente por los
ciudadanos. Los informes anuales de labores deben ser mucho más que eso.
En este tiempo pasé por muchas
dificultades, nadar contra la corriente no es cosa sencilla, sobretodo cuando
los intereses económicos de unos cuantos se sobreponen a los intereses de la
mayoría. Sin embargo los logros cosechados han sido maravillosos.
En abril de este año se aprobó la Ley de
Atención Integral a la Primera Infancia con una votación unánime en la ALDF. No
es una ley o reforma cualquiera, la atención a las niñas y los niños de 0 a 6
años es el eje desde donde podemos iniciar la transformación de esta ciudad y ser una entidad
ejemplo no sólo en México sino en
Latinoamérica que verdaderamente genere la movilidad intergeneracional que
tanto necesitan los capitalinos.
Ese es el tipo de logros que debe buscar
una legisladora. Pasos que no simplemente cuenten y sean enunciados sino
que marquen un antes y un después de su paso por la Asamblea.
Durante mis primeros meses como diputada
local tuve la oportunidad de recorrer más de 94 colonias, pueblos y barrios
acompañada de la compañía de teatro “Puño de Tierra” quienes llevaron a grandes
y chicos obras de teatro y pastorelas que no sólo llenaban de sonrisas las
calles y kioscos donde se presentaban, sino que provocaban una profunda
reflexión en todos los espectadores.
Mi visión de la cultura popular va más
allá de una representación de arte bajo una lona, junto a un mercado o en un
patio de escuela; se trata de generar cambios internos en los habitantes de
Álvaro Obregón. Cambios que faciliten la generación de comunidad e identidad.
El módulo de atención es un pilar
fundamental para el desempeño de cualquier legisladora, es la base desde donde
debe partir el trabajo territorial. Tengo la fortuna de contar con un módulo al
que hemos llamado “La Casa de las Colonias” y que alegremente comparto con el
diputado federal Fernando Zárate. En esta casa contamos con 26 colaboradores
que día a día plantan la semilla del cambio en los vecinos a quienes reciben.
Otro eje indispensable en mi labor como
diputada es la formación de ciudadanos productivos, es por eso que en la Casa
de las Colonias ofrecemos cursos completos y exámenes oficiales para que
nuestros vecinos puedan acreditar la primaria, secundaria y preparatoria.
También se imparten cursos de programación y armado de computadoras.
La satisfacción de haber atendido en esa
casa a más de 5 mil personas y gestionar programas y becas que ofrece el
Gobierno del Distrito Federal o la delegación, resolver dudas o asuntos de gran
importancia para mis representados no tiene comparación alguna. Más que
entregar un informe detallado de mis actividades en el último año, me gustaría
agradecer a todas las personas que confiaron en mi palabra y que han extendido
su mano para que yo multiplique su fuerza y juntos consigamos transformar la
realidad de la Ciudad de México.
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