25 junio 2012

Convicción Popular


                               
A quienes piensan que nuestra lucha ha sido, es, o debe ser la llegada al poder, les comparto fragmentos del discurso que nos regaló a toda América Latina el Presidente de Uruguay, José Mujica, durante su intervención en la Primera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, en diciembre pasado.

 “La globalización es un hecho que tiene  en su base el desarrollo portentoso  de la fuerza productiva, de la inteligencia, de la acumulación de capital, de la multiplicación de necesidades a escala como nunca pudo soñar el hombre…Pero la globalización no es igual a justicia y a independencia, sino que la globalización tiene sus centros determinantes, y diría que cada día menos da  lugar a los débiles, cada día más, en ese mundo que se apretuja, florecen empresas que a veces superan largamente el presupuesto de muchos de los Estados aquí presentes. La globalización nos está diciendo que para que los derechos de los débiles tengan cierto peso en el concierto mundial hay que dejar de ser débil, y el único camino es juntarse. Ésta no es una lucha por una utopía. Es la lucha por ser o no ser. Éste es el drama de nuestro tiempo, porque los poderes se desbordan. Palabras como AUTODETERMINACIÓN han desaparecido del lenguaje oficial de muchísimas cancillerías del mundo rico, y en esas condiciones la necesidad de juntarnos nos viene impuesta por la naturaleza de los hechos, más claro, nuestras patrias que son hijas de la historia, producto de la historia, necesitan un alero que las proteja para seguir siendo en todos los aspectos, pero ese alero sólo lo puede brindar el poder disuasivo de andar juntos, de lo contrario seremos una hoja al viento. Si ayer hubo razones históricas, determinantes, también hoy las hay, y esto es un desafío porque tiene grandes obstáculos, lógicamente, en el mundo central. Pero también tiene obstáculos entre nosotros, ¿por qué? Porque nuestra cultura viene apañada y es tributaria de 200 años de gestación del estado nacional, y cada uno de nosotros es producto de una lucha y tiene un compromiso en el estado nacional, y ello podrá no ser estratégico pero es imprescindible para nuestro hoy, para la permanencia, para el logro siquiera parcial de los proyectos políticos que encarnamos. Y tiene otro punto débil, y el punto débil más fuerte que tiene es que no hemos logrado la penetración en la conciencia pública masiva de los movimientos sociales de las masas…Muchísimos de los sometidos hoy en esta América, de los desiguales, de los pisoteados no se dan cuenta. No les ha llegado la idea de la importancia que tiene para su suerte, para sus hijos, para su futuro, esta cuestión de la integración. Hay una lucha de ser o no ser, y nuestro deber, por supuesto, es crear una Secretaría que se ocupe de esos temas. Hay mucho que hacer en la superestructura de esta lucha por la integración, pero mucho más hay que hacer en la agitación de la conciencia de nuestros pueblos porque si no tenemos el aliento, el empujón, la participación de los que andan de a pie, de los que andan en los cerros y en los socavones minerales, en la negritud olvidada de este continente, en los pueblos indígenas, no tendremos la fuerza para este tamaño desafío, porque hay que pechar con 300 años de división mirando al mundo, división que tenemos también en nuestra casa porque, lamentablemente, inevitablemente, la globalización esconde un abismo de diferencias de clase enorme y por lo tanto nosotros también tenemos peores patriotas y peores americanos que los que están afuera. Todo eso está como parte de la realidad y del dibujo político. La integración no está al alcance de la mano ni a la vuelta de la esquina, es una proeza desafiante de nuestro tiempo porque, ¿dónde se ha visto que se conquiste fácil una segunda independencia? Tiene obstáculos formidables pero tiene a favor un capital formidable…No es sólo con recursos naturales que vamos a salir adelante, es con la cabeza fina, con la propiedad del conocimiento de que tenemos que aceptar el desafío que nos impone la modernidad, y eso tiene un precio, el desarrollo de nuestra propia inteligencia…Hay un canto de esperanza en esta América Latina pero con la misma crudeza digo que la batalla es fenomenal, y va a tener etapas. Las relaciones comerciales del mundo de hoy están cambiando abruptamente y algunos no se quieren dar cuenta. Asia pasa a ser el centro determinante y lo está siendo delante de nuestros ojos. Algún día quienes han tenido la mirada olvidada hacia el sur mirarán hacia el sur así como en gesto defensivo, para ese entonces tenemos que estar juntos y fuertes pero no debemos cometer el error del dogmatismo, acá deben de estar todos, derecha, centro, izquierda, y aunque esto encierra contradicciones es la hora de entender que el peor servicio que le podemos hacer al porvenir es no tener gestos y grandeza de unidad, en eso sí es decisiva la actitud de los gobiernos, la actitud de nuestras conciencias y de nuestros mensajes, la actitud de nuestras relaciones, la actitud de respeto porque siempre en la historia de América Latina lo peor ha sido no lo que vino de afuera sino los aliados que generamos desde adentro para servir a los de afuera, y eso fue siempre eternamente lo que nos debilitó. Seremos adultos si lo habremos comprendido y si lo podemos cultivar…No sé cuántas décadas quedan por delante para cristalizar este esfuerzo. Probablemente la historia invente atajos que hoy ni siquiera podemos imaginar, pero aún los países más grandes de América Latina llegan demasiado tarde a la mesa del poder de éste nuestro mundo, y aún los países más grandes de América Latina precisan estar rodeados por TODOS y apoyados por TODOS. No es la hora de un imperialismo a la inglesa ni del neocolonialismo, es la hora de entender que necesitamos nervios comunes de una política defensiva común. ¿Por qué? Porque la soberanía del viejo estado nacional está hackeada, pero está hackeada en contra de los débiles. ¿Cuál es el tribunal que puede laudar en la defensa de la amazonia, cuando nos dicen que es el gran productor de oxígeno, una necesidad de la humanidad? ¿Quién va a defender la plataforma continental, los derechos elementales que tienen los países en la plataforma continental, cuando nos dicen que el mar es de la humanidad? ¿A qué tribunal va a apelar la República Argentina por el derecho a su soberanía de Las Malvinas? Y yo podría seguir hablando y hablando de viajas cosas que están anidadas en esta América Latina. Solamente nosotros, solamente si tenemos una actitud global de entender que ningún capital hoy vale más, defensivamente, que el andar juntos, que el tener la grandeza de andar juntos por encima de las diferencias que se puedan tener”.  



El mismo Mujica dice, porque lo sabe, que no se puede gobernar sin convencer, sin estar seguros de que sólo juntos podemos enfrentar los grandes retos.

¿A qué viene todo esto?

México sufrió hace 6 años una de las peores divisiones que ha vivido a lo largo de su historia, una división que se profundizó gracias a la intervención permanente de los medios de comunicación, aliados a la derecha o la derecha aliada a ellos, para evitar dos puntos claves que planteó Mujica en su discurso: la penetración en la conciencia pública masiva de los movimientos sociales, y el desarrollo de nuestra propia inteligencia.

Sin la convicción popular de que debemos privilegiar el bien común sobre los intereses de grupo, la llegada de la izquierda se verá limitada para llevar a cabo los cambios profundos que necesita el país. El triunfo de Andrés Manuel López Obrador será un paso adelante pero para avanzar necesitamos ambos pies. Para salir de esta crisis moral y de violencia el Presidente necesita contar con el respaldo de una población consciente de la necesidad de un cambio real.

La esperanza por lo tanto no está sólo en ganar la elección, sino en la toma de conciencia del pueblo y en la posibilidad de desarrollar nuestra inteligencia sin el miedo a pensar y a decidir con libertad.

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