El desafuero contra @Ale_BarralesM
Como los cientos de seguidores de Martí Batres en Twitter, mi simpatía e inclinación por él era inmediata, y le consta. Obviamente su eventual candidatura a la Jefatura de Gobierno me parecía no sólo legítima, indiscutible, viable, incluso hasta como él dice, natural.
Su participación en el CEU cuando el conflicto estudiantil durante la rectoría de José Sarukhán lo ubicó a la vista del movimiento y la opinión pública, pero hay que recordar que no fue personaje central. Los dirigentes más importantes eran los tres reyes magos, como llamábamos a la tríada Santos, Imaz y Ordorika.
Después su carrera no fue muy visible, al menos para mí. Justo decir que los medios no suelen dar proyección a algún dirigente de izquierda, a menos que sea para golpear, ridiculizar o exhibir cuando incurre en un error por pequeño que sea; no debemos ser ingenuos: son los medios de la derecha.
Excepto aquella vez de un mitin de apoyo a CNI Canal 40, cuando la toma de las instalaciones del Chiquihuite por la policía federal que apuntalaba a TV Azteca, no volví a ver más a Martí hasta sus comparecencias ante el pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. De clara y contundente oratoria, resultaba una delicia su manera de contestar las críticas del PAN. Mi simpatía por su figura tomó nuevos bríos.
Y no se diga cuando señaló la aparente incongruencia del actual jefe de gobierno al saludar afablemente a Felipe Calderón cuando la conferencia de gobernadores por la crisis de seguridad pública que vivimos. Con el debate en redes sociales y la expresión de Andrés Manuel, así como del propio Marcelo Ebrard, en el sentido que era parte de su tarea como gobernante, saludar e interactuar con el titular del Ejecutivo por más usurpador que fuera, a regañadientes acepté que Martí se equivocó.
Pero no sólo tuvo ese yerro en su actuar político respecto al dirigente de izquierda más importante después de AMLO, quien además era su jefe. La rechifla a Ebrard en pleno Congreso Nacional del PRD fue encabezada por su hermana. Martí todavía era funcionario bajo el mando de Marcelo, y bueno, si un político no tiene la capacidad de visualizar en qué posición lo puede colocar la expresión de un familiar que además también se supone es política, pues se posee enorme limitante de configuración de escenarios en esa arena. Es más, pregunto si el sentido común de un simple trabajador, en cualquier lugar del mundo, no le dictaría a él y a su familiar que no era prudente una acción así.
Al final, tuve que aceptar primero a nivel cerebral, y después en el fondo de mi corazón, que Martí, con su actuar, se había auto eliminado de la carrera de izquierda por la jefatura de gobierno.
“Nos dieron albazo”
Y ahora abordo mi simpatía reflexiva por Gerardo Fernández Noroña, a quien conocí de cerca –no hubo trato directo por supuesto— durante el conflicto poselectoral de 2006, al ser invitada por Federico Staines Sánchez-Mejorada, subsecretario de prensa y segundo de a bordo de Noroña cuando era vocero del PRD, a conducir el noticiero del partido que empezó a difundir por internet para apoyar la causa obradorista, proyecto que posteriormente pasaría a manos de un amigo cercano a la dirigencia chuchista, y no supe más qué ocurrió con el mismo. Noroña, por su apoyo indiscutible a AMLO, salió después que yo.
Debido a esa cercanía me enteré que Gerardo era un voraz lector de libros, por lo que su biblioteca personal había alcanzado un grado de sofisticación importante. Debo decir que también, cuando pude y tuve tiempo, participé en alguno de los plantones que realizó para recordarle a Felipe Calderón que era un usurpador.
Obviamente, su acción política de resistencia resuelta a la imposición de los poderes fácticos, le ganó no sólo mi simpatía, sino el respeto absoluto a su liderazgo, no obstante saber la decepción de algunos miembros de su equipo por la forma como dejó la vocería; un jefe político siempre debe velar porque los colaboradores que lo apoyaron no sean afectados cuando él decide dejar el puesto, o la coyuntura lo obliga a hacerlo.
Posteriormente, seguí algunas de sus intervenciones en la tribuna de la Cámara de Diputados. Y hasta mi hermana, ama de casa cero politizada, me decía que se había convertido en su héroe, pues sus argumentos reflejaban justo el sentir de miles de ciudadanos hartos del abuso de la clase política azul y tricolor.
Su irrupción a Twitter, y llamo irrupción por lo peculiar de su participación como político en esta red social, fue rápidamente comentada y criticada por propios y extraños. Reconozco que no tenía detalles, hasta que abrí mi propia cuenta hace un año, y me encontré con expresiones innecesariamente rudas –e incluso groserías— a los tuiteros que le hacían alguna crítica.
Tuve que reconocer que su expresión en twitter no concordaba con el hombre culto que yo suponía era, pero además con un político, quien jamás, jamás, debe permitirse esas licencias, no sólo por educación y respeto, sino porque lo colocan en alta vulnerabilidad, blanco fácil de la oposición, además de sembrar antipatías en nuestra no poca ciudadanía conservadora.
Y apenas hace muy poco reflexionaba sobre su trabajo como diputado. Él, tan atento en señalar los abusos de la derecha, no fue capaz de detectar a tiempo, en comisiones por ejemplo, que la famosa #ReformaPolíticaYA traía hábilmente oculta la reelección presidencial, y tampoco denunció que nos la querían vender como avance ciudadano, cuando los requisitos para la consulta e iniciativa popular las hacen prácticamente inviables, que fueron una tomadura de pelo. Quienes vía Twitter ayudaron a detener la reelección del Presidente –la de legisladores y presidentes municipales, una vez que haya verdadera ciudadanía, hasta necesaria y justa me parece—, entre varios importantes tuiteros, fueron @CiudadanoOscar y Porfirio Muñoz Ledo.
Tampoco se enteró Fernández Noroña de la reforma al Infonavit que prácticamente privatiza y bursatiliza –es decir, pone en serio riesgo de pérdida, de robo por los especuladores financieros— el ahorro de los trabajadores, no importa que PRIAN y voceros de la derecha en los medios de comunicación digan lo contrario, destacando y resaltando los aparentes beneficios. Así nos dijeron de las afores y el rescate financiero. De eso ya nos han recetado mucho y tenemos experiencia.
Igualmente, el diputado no se enteró de la Ley de Asociaciones Públicas y Privadas, que prácticamente privatiza el presupuesto público, pues se flexibilizó la asignación de la obra pública a particulares, que ahora se entregará directamente, sin las licitaciones que a pesar de también representar un proceso no carente de trampas, algo acotaban la corrupción.
Es en comisiones cuando esto se puede tratar de detener, y más cuando el Fernández Noroña tiene tantos seguidores reales en Twitter: díganme si no lo hubiéramos apoyado. Ya cuando los dictámenes se están discutiendo en el Pleno, hay poco qué hacer, pues el voto abrumadoramente mayoritario del PRIAN, e incluso algunos de la izquierda moderna, los aprobarán. Ah, pero eso sí, permitirán el lucimiento en tribuna con incendiario discurso –afirmando que la mayoría de la derecha dio albazo legislativo— que mi querida hermana, y muchos de la izquierda dura, aplaudiremos pero al final, el resultado fue poco eficiente en la lucha permanente de la izquierda por conseguir la justicia social.
Quiero creer que tales omisiones del diputado Fernández Noroña se deben a que anda muy distraído promoviendo su candidatura al GDF, pero esa distracción permitió más avances neoliberales en el país durante el último periodo ordinario en la Cámara. Desgraciadamente no puedo afirmar con contundencia que ha hecho bien su trabajo. Quizá no sabe enfocar prioridades, pues estoy segura que la cruzada emprendida desde su trabajo parlamentario contra esas reformas regresivas, lo hubieran colocado como favorito indiscutible hacia la Jefatura de Gobierno.
Ser mujer y ser de izquierda
En contraste, aparece en el legislativo local otra figura. Poco a poco empieza a atraer prensa, y no precisamente con menciones positivas. Las primeras críticas fueron a la inversión en su cuidado personal –los analistas políticos de derecha conciben a la izquierda de huaraches y morral o se es incongruente; reduccionista visión— y luego a los gastos ejercidos en la ALDF. Siempre existieron explicaciones congruentes y comprobables, pues preside un órgano colegiado donde los partidos se vigilan y equilibran mutuamente.
En honor a la verdad, también hubo difusión simple y llana del trabajo legislativo, el cual atrajo reflectores por las iniciativas importantes que se aprobaron. Entre ellas, el Proyecto de Prospectiva 2025 de la Ciudad de México elaborado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC-UNAM, en cuyo primer diagnóstico Batres basó algunos de sus 50 puntos); elevar a rango de ley el funcionamiento del Consejo Económico y Social de la Ciudad de México a fin de reactivar la economía capitalina de manera concertada con todos los sectores; la Ley de Participación Ciudadana que empodera al ciudadano del Distrito Federal mediante la planeación y presupuesto participativos, entre otras herramientas.
No se ha reconocido tampoco la labor de gestión que realizó para convencer a los 65 legisladores de donar los recursos a que tienen derecho destinar a cambio de mobiliario, auto y gastos personales inherentes a su función. Con ese dinero se estableció el Fideicomiso Fondo de Apoyo a la Educación y al Empleo de los Jóvenes por un monto de 150 millones de pesos que en 2011 permitió a más de 14 mil jóvenes estudiar el bachillerato y carreras universitarias mediante la educación a distancia. Asimismo, desde ya se gestiona con la iniciativa privada su incorporación inmediata al mercado laboral cuando terminen sus estudios.
Impulsar las iniciativas propias y de compañeros legisladores a favor de las mujeres y la infancia, más el trabajo personal en su distrito, le valió el reconocimiento de la ciudadanía, y desde hace un año encabeza las encuestas; si revisan el presupuesto de comunicación social de la ALDF, no alcanzaría para pagar una semana de publicidad en medios o espacio noticiosos de televisión. De manera que fue trabajo, no dinero, lo que colocó a Barrales en prensa, radio y, algunas veces, televisión.
A partir del inicio de la carrera por la candidatura, amigos en Twitter manifestaron su desacuerdo porque la consideran manipulable. Simplemente he contestado que cuando una mujer, siendo muy joven todavía, puede “doblar” a abogados y empresarios de líneas aéreas, posee criterio propio, habilidad política, entereza y honradez; en cualquier momento pudieron comprarla o como se dice llanamente, chamaquearla. A tal grado llegó su compromiso como dirigente sindical, que al tiempo de trabajar y liderear a los sobrecargos, estudió la carrera de Derecho para defender con mayor eficiencia las causas del gremio.
Esa habilidad y olfato político natos, además de su perfil de izquierda, le permitieron como presidenta de la Comisión de Gobierno de la ALDF tener la capacidad para detener la iniciativa del gobierno central que pretendía entregar bloques para su distribución a la iniciativa privada, que por supuesto, querrá obtener ganancias, pero como recurso estratégico, desde la visión de izquierda, siempre debe estar gestionado por el Estado.
En contraste, se trabajó con el Colegio de Ingenieros y el Sistema de Agua de la Ciudad de México el desarrollo de un programa para resolver definitivamente, en un lapso no mayor de cuatro años, el problema del abasto de agua potable en el Distrito Federal. Con este plan, el millón y medio de capitalinos que todavía carecen del servicio, tendrían acceso al líquido con solo abrir la llave en su hogar. Dicho programa, ha sido bloqueado y retenido por algunos legisladores de IDN e Izquierda Social que ahora apoyan al exprocurador Mancera o se oponen a la postulación de su compañera de bancada.
Y bueno, esa oposición a varias iniciativas del Jefe de Gobierno, no la convierten en incondicional “marcelista”, y explica que sea otro el aspirante impulsado desde el gobierno central, pero parece que la “izquierda natural” de la ciudad no alcanza a verlo.
También le escatiman, la capacidad que ha tenido para mantenerse como “marcelista” y “obradorista” al mismo tiempo, lo cual no es un defecto, al contrario, un buen político no se pelea jamás con los principales líderes de la opción política en la que milita; acusaría enorme incapacidad e inmadurez.
Cuando hace dos años Alejandra Barrales anunció su aspiración a encabezar el gobierno capitalino, se puso a tejer fino su candidatura. Cuidó cada paso y pronunciamiento que hizo.
Ciudadana buena, policía corrupto
Analicemos, conectemos nuestras tres vísceras (corazón, estómago y cerebro): los poderes fácticos harán lo que sea nuevamente para no dejar pasar a AMLO, aunque presuntamente haya un acuerdo para apoyar a Mancera y calmar a la derecha más extrema que clama un afín en el gobierno capitalino. ¿Creen que cumplirán su palabra? Hace falta ser ingenuo. En el remoto caso que eso ocurra, el exprocurador dejará de ser el favorito de los medios de comunicación. Ya se ve venir: el enfrentamiento de la ciudadana buena contra el policía corrupto e ineficiente, aunque ahora no paren en loas hacia su desempeño al frente de la PGJDF.
Y el mismo riesgo existe con el PRI. Ya se ha señalado en Twitter (el único espacio realmente libre, no lo verán en letra impresa o medios electrónicos) que un procurador jamás es postulado a un cargo de elección popular en ninguna parte del mundo por la naturaleza de su función, en extremo delicada, pues una mala investigación o acto de corrupción de algún funcionario medio bajo su cargo, lo convierte en blanco fácil para la oposición.
En el remoto caso de ganar, al no poseer ideología, trayectoria y experiencia de izquierda, e incluso de trabajo político, sería fácilmente manipulable por quienes lo impulsan y los poderes fácticos que hoy lo apoyan. Hasta los reporteros lo perciben inexperto en las entrevistas de banqueta. También tuvimos oportunidad de verlo en las presentaciones –que no debates— de los días previos, donde aseguró que adquirió su condición de izquierda durante su tránsito por la escuela pública y el Metro.
Pero testigos somos de la cargada mediática y el apoyo irrestricto del gobierno central capitalino. Y no sé si sea de Marcelo Ebrard precisamente. Columnistas como Raymundo Riva Palacio han dicho que quien verdaderamente está operando esa postulación es Manuel Camacho.
Del silencio del precandidato presidencial de la izquierda, en lo personal le otorgo el beneficio de la duda. Hay dos palabras a las que, me parece, debemos atender sobre su pronunciamiento del 15 de noviembre: “También expreso que respaldaré a Marcelo Ebrard en la orientación política que él defina, en el marco de la legalidad y de la democracia, para seguir gobernando la Ciudad de México…”.
“…en el marco de la legalidad y de la democracia…”, pido atender esta frase. Mi pregunta es si el proceso, como hemos visto al día de hoy, se ha desenvuelto así. No lo creo, al menos en que haya sido democrático. Ya se ha filtrado en medios escritos la reunión de algunos aspirantes con el jefe de gobierno para, por acción u omisión, fortalecer la postulación del exprocurador.
Por todo lo aquí expuesto, y quien haya llegado al final de tan larguísimo artículo, diré que estamos ante una nueva modalidad de desafuero, en este caso el de Alejandra Barrales, donde los Ahumada, Fernández de Cevallos y Salinas, así como los José Espina y Gabriela Cuevas de ayer, están hoy en nuestras filas.
Fabiola Sanchez
1 comentario:
Estimada Fabiola, después de leer tu muy interesante columna llego a la misma conclusión: El verdadero y único problema es Mancera, si él no estuviera nominado como pre-candidato, la encuesta se haría entre los tres principales contendientes y te aseguro que no habría tanta discusión ni tanto problema. Yo tengo mis argumentos por los que no me gusta Barrales, pero si ella ganara en una encuesta honesta, yo la apoyaría. Agradezco que compartas tu punto de vista Fabiola y espero que algún día podamos echar una platicadita para explicarte mis puntos en desacuerdo. Muchas gracias y abrazo!
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